
Los momentos de antaño no son hechos condenados al olvido sino reciclajes de ocurrencias del presente. Estamos condenados a sufrir las consecuencias de nuestros actos resucitando muertos a como de lugar. Parado en estos axiomas Philip Kaufman narra la historia del Marqués de Sade en el filme Letras Prohibidas.
La película comienza con un sujeto en prisión. Más que prisión es el loquero de Charenton, y todos sabemos o creemos saber lo que representan estos lugares de reclusión. Un agujero, un hueco, un buraco, un esfínter. Sí, un esfínter por donde la sociedad canaliza todos sus desperdicios, toda su materia fecal, toda su mierda. Y allí es donde se encuentra un Marqués (interpretado por Geoffrey Rush, gran captador de la esencia) que parece ser que está de vacaciones más que penando pecados.
La historia "real" cuenta que la cárcel era un lugar muy común para Donatien Alphonse "Marqués" de Sade, quién estuvo varias veces encerrado por sus "polémicas" obras plagadas de sexo profano y mal gusto, por opiniones políticas expresadas en sus escritos, por su actuar libertino y por una interminable lista de epítetos espurios que se le puede llegar a ocurrir a cualquier fan del Papa. La cosa es que al tipo lo encerraron y lo liberaron varias veces, siempre de manera escandalosa y violenta.
La película nos cuenta aparentemente desde lo que llamaríamos su último encierro y los sucesos que anticipan su deceso. Para destacar, lo liberó la Revolución francesa recuperándolo de La Bastilla, luego lo condenaría a la locura del encierro y por consecuencia a la desaparición física.
El marqués está en un agujero, pasándola bárbaro dentro de su privación de libertad, un preso Vip, preso al fin. Tomá su lugar por unos segundos. Es en ese agujero que antes mencionábamos como esfínter donde debes ubicarte concretamente, en el esfínter de tu colon entre el recto y los intestinos gruesos. Esa boca, anillo desagotador de las constipaciones que se producen por la contención de sujetos dentro de la sociedad, sujetos que son parte de ésta, que se pudren cual alimento pasado de días o alguna que otra hortaliza que se torció en el crecimiento y es digerida anticipadamente por la sociedad y sus confiables entes de regulación. ¿Cómo te sentís? Como en el orto, ¿no?
El Marqués se mueve a sus anchas por el loquero y maneja ese duodeno a gusto y placer, no duda en provocar escándalos, que a la par de los observados hoy en la TV son minúsculos, horrorizando a la vetusta clase alta y comulgando con las más lúmpenes.
Como toda constipación tiene su purga, y ésta ya desataba demasiados gases, aparece la fuerza en rigor, y con un mortis desenfrenado desata todo el positivismo negativo posible en contra del arte, restringiendo las pocas expresiones permitidas a un sometido por el estado. Aquí entra en escena Michael Caine, todo un especialista en estos menesteres, para provocar la debacle de Donatien. Para tal fin aplica cualquier clase de nuevos tormentos, mancillando su odio por la polaridad expresada entre una juventud infinita del Marqués y una vejez imposible y perpetua de Caine.
La exasperancia de Sade pone de manifiesto el temor de los seres humanos a ser distintos, el deseo permanente de acabar con lo diferente. Es entonces cuando la humanidad, a través de la mano de Caine, utiliza la poca humanidad posible, todos sus recursos, para evacuar las diferencias de sus miembros. Lo no contemplado por el Status Quo se elimina.
Donatien Alphonse Francoise Sade es recluido aún mas abajo del esfínter, lo atraviesa, se dirige al recto en un acto de rectitud para rectificarse y redimirse. Pero no es suficiente, o no lo suficientemente placentero como para enderezarlo, pero si para deslenguarlo, mudo, con un gran agujero en la boca. Esto no va a impedir que use sus manos y escriba sin papel sus libros. Usará el producto de sus pensamientos. Los transmitirá sobre una pared con la pluma devenida falanges, falanginas y falangetas y con la mierda volviéndose tinta, esa excreción que sale por aquel agujero al que despreciamos por inocuo, sucio, tan lleno de placeres ocultos que logra que lo odiemos y censuremos, reflejo de nuestros pensamientos, como la pluma escondida de los filósofos que golpea, como la del Marqués.

El esfínter cíclico de nuestras puercas vidas.
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Comentarios
Gracias por pasar por Scopofilias.
Estoy armando las proximas entradas del Blog con información sobre el Bafici pero se complica laburar, ir a las funciones a horarios extraños y además escribir, pero prometo comentar lo mas posible.
Justamente en estos días me encontré con artículos sobre el "Santiago Rojo Sangre" si les gusta ese tipo de cine también y llegan a asistir, serán mas que bienvenidos sus comentarios.
Les mando un saludo y quedamos en contacto!